Continuamos con el tema de la sanación emocional que no terminé en el artículo anterior ya que es más extenso. Texto sacado del libro “Los cuatro niveles de la sanación” de Shakti Gawain, parte 3

Cómo sanar el nivel emocional parte 2

La diferencia entre pensamientos y sentimientos
Uno de los primeros pasos en la sanación del nivel emocional es aprender en qué consiste la diferencia entre lo que pensamos y lo que sentimos. Es frecuente que cuando nos preguntan: ¿Qué sensación te produce esto?, nosotros respondamos: Pienso que es una buena idea.

La sensación que te produce algo y lo que piensas acerca de ello pueden ser dos cosas muy diferentes. Puedes creer a un nivel racional que algo tiene sentido pero, al mismo tiempo, te puede estar haciendo desgraciado.

Supongamos que alguien te ofrece la oportunidad de hacer un negocio. Mentalmente te puede parecer una gran idea, pero emocionalmente puede hacerte sentir inquieto. Es posible que te sientas intimidado por la persona en cuestión, o que el cambio represente una gran agitación emocional y tú no estés seguro de si la deseas. Es importante reconocer y acatar ambos niveles de la verdad, el mental y el emocional. Permítete a ti mismo vivir con esta paradoja durante cierto tiempo. Pide a tu orientación intuitiva interior que te muestre el paso siguiente. Habitualmente, de este proceso empezará a surgir la claridad.

Como dije antes, muchos maestros espirituales confunden los niveles mental y emocional o los tratan como si fueran uno solo, amontonándolos juntos bajo la etiqueta de “mente”. Pero la verdad es que son muy diferentes. Nosotros somos seres con sentimientos mucho antes de que desarrollemos nuestras mentes racionales. Nuestros pensamientos están mucho más conectados a nuestra mente y a nuestra voluntad consciente, mientras que nuestros sentimientos proceden de un lugar más profundo y menos racional.

Podemos elegir hasta cierto punto nuestros pensamientos, pero lo único que podemos elegir acerca de nuestros sentimientos es el modo de recibirlos. Podemos optar por negar nuestros sentimientos, podemos dejarnos llevar por ellos y darles rienda suelta, o podemos reconocerlos conscientemente y trabajar con ellos. Si estás enfadado con alguien, puedes fingir que no pasa nada, y eso es negación. O puedes gritarle, o incluso pegarle o tirarle cosas, y eso es dejarse llevar por el sentimiento y darle rienda suelta. O puedes reconocerte a ti mismo y, si es adecuado, reconocer ante la otra persona, que te sientes enfadado y dolido, y dedicar un tiempo a reconocer de verdad los sentimientos. Resulta interesante que cuando uno se permite a si mismo reconocer sus propios sentimientos no suele tener tanta necesidad de airearlos ante otra persona. Si un sentimiento es verdaderamente abrumador por su fuerza, quizás sea necesario que hables de él con un amigo que te apoye o con un psicoterapeuta para poder saber qué acción debes tomar, si es que debes tomar alguna.

Tu trabajo de sanación emocional
La esencia de la sanación emocional es la siguiente: estar en contacto con lo que sientes, ser capaz de decir sinceramente lo que sientes al menos a otro ser humano, y que esa persona te responda con empatía, como cuando alguien dice: “si, te entiendo”. Así sabemos que no somos malos, que no estamos equivocados ni locos por sentir lo que sentimos que no estamos solos en nuestra vivencia.

Cuando éramos niños teníamos muchos sentimientos fuertes. Lo que necesitábamos era tener a personas que reconocieran y reaccionaran adecuadamente ante nuestros sentimientos. Necesitábamos escuchar, por ejemplo, frases como éstas: “Entiendo que estés muy alterado”, o “Comprendo que estés muy triste”. En esencia, de niños necesitábamos la comprensión y la validación de nuestros sentimientos por parte de nuestros padres, nuestros familiares, nuestros maestros y el mundo que nos rodeaba. Necesitábamos que nos confirmasen que teníamos derecho a sentir nuestros sentimientos, que no eran equivocados ni malos.

Necesitábamos sentir que los demás podían comprendernos y simpatizar con nosotros cuando nosotros teníamos sentimientos fuertes. Necesitábamos que nos permitiesen tener nuestra propia vivencia de los sentimientos. Por mucho que hagan los padres (que intentan evitarlo por todos los medios), los niños sienten inevitablemente algún grado de daño, de olvido y de abandono emocional. Como somos tan vulnerables de niños, estas vivencias nos hieren profundamente, y las llevamos dentro el resto de nuestras vidas, o hasta que realizamos nuestro trabajo consciente de sanación emocional.

Con el trabajo de sanación emocional aprendemos a darnos a nosotros mismos, y a permitirnos recibir de los demás, lo que no recibimos cuando éramos niños. Aprendemos a aceptar y a vivir todos nuestros sentimientos y a comunicar estos sentimientos, cuando sea adecuado, de tal manera que los demás puedan comprendernos. Abrimos la puerta a nuestra sanación emocional por la vivencia de que al menos otra persona nos escuche, nos comprenda y simpatice con nosotros.

Si hemos negado o nos hemos tragado muchos de nuestros sentimientos, es posible que tengamos que acudir a un lugar seguro y a un guía con experiencia (un consejero o psicoterapeuta profesional) para que nos ayude a empezar a ponernos en contacto con nuestras emociones, a vivirlas y a liberarlas. Después debemos desarrollar medios para mantenernos al día con nuestras emociones a base de permitirnos a nosotros mismos reconocerlas y vivirlas cuando surjan.

Es importante ponernos en contacto con las necesidades que están por debajo de nuestros sentimientos y aprender a comunicar de manera efectiva estas necesidades. Por debajo de la mayoría de nuestras emociones se encuentran nuestras necesidades básicas de amor, aceptación, seguridad y autoestima. Necesitamos llegar a conocer al niño vulnerable que sigue viviendo muy dentro de nosotros, y aprender a convertirnos en el padre amoroso que nuestro propio niño interior necesita. Si queremos vivir en esta vida toda la variedad de nuestro ser, debemos comprometernos a sanar las heridas emocionales de nuestra infancia y de nuestros primeros años.

Algunas personas temen que explorar las heridas emocionales de su infancia suponga culpar a sus padres o a otras personas, cosa que no quieren hacer. Es verdad que en el proceso de la sanación emocional profunda suele ser importante reconocernos a nosotros mismos cualquier sentimiento antiguo y enterrado de dolor, resentimientos, y a veces de culpabilidad o de que otros tienen culpas. Lo mágico es que en cuanto estos sentimientos se reconocen conscientemente y se viven en un entorno seguro y de apoyo, suelen disolverse o pasan a convertirse en sentimientos de aceptación, de compasión y de perdón. Algunas personas con frecuencia intentan saltar directamente al perdón, pues quieren librarse de vivir las emociones más incómodas. Esto da resultado a veces, pero en muchos casos es una especie de perdón forzado que encubre las emociones todavía no resueltas, emociones que suelen salir a relucir más adelante. Cuando los demás sentimientos se han reconocido y se han resuelto, el perdón tiene lugar de una manera natural y automática.

En algún momento dado del proceso emocional de sanación puede ser necesario, o puede no serlo, comunicarnos con las personas mismas que intervienen en los sentimientos. Ésta es una cuestión muy personal, y cada situación es diferente. La persona o personas (padres, otros familiares, ex cónyuges u otras) pueden haber fallecido, o pueden estar completamente cerradas o ser incapaces de prestar oídos a nuestros sentimientos. En ese caso, escribir una carta larga y sincera que no se envía, o traer a la mente a esa persona en la meditación e imaginarnos que comunicamos todo lo que necesitamos decirle, pueden ser medios eficaces para completar un proceso de sanación. Sucede con frecuencia que cuando hemos superado una parte profunda de proceso de sanación emocional se produce un cambio espectacular en nuestras relaciones a largo plazo, sin necesidad de que se diga nada con palabras. O bien, descubrimos que en algún momento sentimos la necesidad de sentarnos con una persona y mantener una conversación a corazón abierto para aclarar el pasado.

La sanación emocional profunda requiere tiempo. No podemos apresurarla ni forzarla. Deber irse desplegando a su propio ritmo; a veces hacen falta varios años para superar sus niveles más profundos. Afortunadamente, cuando se va sanando cada nivel, la vida se va haciendo más y más plena y gratificante, y la verdad es que “se ilumina”.

Hasta aquí dejo el texto de este esclarecedor capítulo, cerrando el tema de la sanación emocional. Como añadido yo les recomiendo que escriban sus sentimientos y experiencias sino diario, si cada 2 ó 3 días, porque ello implica sacarlos de su mente y verdaderamente darles vida, para poderlos observar desde un punto de vista más objetivo y desde un panorama más general. Cuando sacamos nuestros sentimientos y experiencias escribiéndolos en un papel, no necesariamente vuelves a leer el texto, sencillamente el ponerlos por escrito nos hace más conscientes de lo que estamos viviendo y por consiguiente nos ayuda en el proceso de la sanación emocional que tanta falta nos hace.

En este proceso de escribir todos los sentimientos y experiencias se incluye el que escribas todo lo que deseas conseguir en todos los niveles de tu vida, para que puedas visualizarlo más fácilmente ya escrito, y le des vida en el papel para poder planear su consecución y logro. Escribir es una cura y una herramienta sensacional que verdaderamente les recomiendo de todo corazón, porque a mí me ha ayudado mucho y sé que puede hacer lo mismo por ustedes. No pierden nada con probarlo unos meses y observar como se van sintiendo.

Espero que te haya gustado el artículo y que tomes de él lo que necesites para mejorar sus comportamientos y lograr mejores relaciones con todos los que te rodean. Si deseas continuar con este tema o leer el anterior, haz clic en la liga que corresponda:

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Maca Hernández
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